En alguna ocasión ya nos habíamos detenido a hablar sobre la lectura fácil, sus características, sus beneficios y su público potencial. Hoy os traemos una reflexión sobre otra potente técnica de la accesibilidad cognitiva: el lenguaje claro.
El lenguaje claro es, por definición, una forma de comunicar en la que su estructura, su diseño y sus palabras son tan sencillas que todo el mundo puede entender lo que recibe, encontrar la información que busca y usar esa información luego de forma autónoma. Así, mientras que la persona que comunica conozca bien a su público y adapte la comunicación a estos, se dará una comunicación efectiva y podremos decir que se ha empleado un lenguaje claro.
Cuando el público de una comunicación es la generalidad de las personas, o no conocemos sus características y necesidades, existe una serie de pautas y recomendaciones aplicables a la estructura, el diseño y el lenguaje, que nos aseguran que nuestro mensaje será comprendido por su público. Estas pautas ayudan a que las personas con más necesidades accedan a la información, y si ellas pueden, el resto podrá entender la información en una gran proporción.
El lenguaje claro está hecho para mejorar la comprensión del lenguaje jurídico-administrativo que emplean las instituciones. La técnica nació al calor de la complejidad de este lenguaje técnico y se ha ido desarrollando a su sombra. Por ello, tenemos muchas recomendaciones concretas que radican en las particularidades de este lenguaje técnico concreto.
El lenguaje jurídico claro, es decir, el uso del lenguaje claro en los textos jurídicos y administrativos, puede impulsar el cambio de paradigma al que animan entidades tan importantes como el Instituto Nacional de Administración Pública del Gobierno de España (INAP).
El lenguaje jurídico claro puede acabar con la horrible situación en la que nos encontramos los ciudadanos y ciudadanas ante la Administración. Según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en 2011, un 82% de las personas consultadas aseguraban que el lenguaje empleado por la Administración es «especialmente complicado y difícil de entender». El lenguaje claro puede darle un vuelco a la Administración y hacer crecer la satisfacción de la ciudadanía, todo ello, a un coste bastante bajo en relación a otro tipo de políticas públicas.
Porque una Administración que se hace entender, es una Administración útil y eficiente.